Cuando Jorge Giordani terminó de escribir su ya famosa carta, varios días antes de que fuera removido del gabinete, es de suponer que alguien como él, observador de la realidad nacional y con muchos hilos en sus manos o en las de altos funcionarios o dirigentes del Psuv cercanos, que le permitían recibir información calificada oportuna, tenía plena conciencia de la situación del país, de la guerra económica, del déficit de producción y de los severos problemas de abastecimiento, de los efectos de las guarimbas durante tres meses, de la “inquietud” entre oficiales de la Fuerza Armada, de las amenazas desde el exterior, de la política de Washington y otros centros de poder respecto a Venezuela.
Igualmente, antes de difundirla estaba consciente del descontento en sectores de la población cercanos al chavismo, o del propio chavismo; sabía que en las encuestas había bajado el apoyo al Presidente y a su gobierno, cómo había arreciado la campaña mediática contra Venezuela; conocía de las denuncias de su gobierno sobre intentos de golpe de Estado y tentativa de magnicidio; que estaba “enfrentando una oposición política de neto corte fascistoide” (JG dixit); también se habría interrogado sobre las causas del descenso de la votación del Psuv y aliados en las votaciones de San Cristóbal y San Diego, y a pesar de su desvinculación de las bases del PSUV, tenía conocimiento de expresiones de inconformidad en unidades del III Congreso.
De todo ese espectro de lo que ha estado ocurriendo en el país, en el gobierno, en su partido, estaba consciente y bien informado. En consecuencia, alguien con su capacidad de análisis, capaz de prever consecuencias, perspectivas, desarrollo de procesos, tenía que suponer los efectos que tendría la difusión de su carta en esos escenarios, y, en consecuencia, al menos sospechar que le haría daño al proceso revolucionario que condujo su amigo Hugo Chávez y que ahora un equipo, con una dirección colectiva, trata de darle continuidad.
¿Por qué no fue discreto y hacérsela llegar a sus manos al propio presidente Maduro, a quien ataca desconsideradamente, como si fuese poca la andanada que ha estado recibiendo desde que asumió el poder? Si en varias ocasiones, como revela en su carta, escribió documentos confidenciales que se mantienen inéditos: 9-enero-13, 2-marzo-13, carta abril 2013, ¿Por qué no lo hizo ahora? Si en otra ocasión el presidente Chávez lo removió del Ministerio de Planificación y guardó silencio durante dos años, ¿Por qué no lo hizo ahora?
Restan otras preguntas. ¿Por qué, después de 15 años en el gobierno o cerca de él, es ahora cuando se decide a escribir y difundir esas opiniones? ¿Y por qué, si toda la política gubernamental estuvo cargada de los errores que señala en la carta, él, Giordani, no es responsable de algunos de esos errores en la política económica? ¿O es que no tiene ninguna responsabilidad en lo ocurrido en ese campo? ¿Acaso su “lealtad a la revolución” le impide aceptar que sea responsable de algunos de esos errores? ¿Por qué ni un intento autocrítico?
Y una pregunta a la Dirección Nacional del PSUV: ¿Qué destino tendrá esa carta? ¿Emitirán alguna opinión en la ruta hacia el III Congreso?.